Lisandro Duque Naranjo
El 1º de julio, en Cali, se le hizo un allanamiento en su casa al médico cirujano Evelio Loaiza Muñoz, por parte del CTI de la Fiscalía y numerosas unidades del ejército que se tomaron por completo la cuadra en ese operativo de captura. Razón del mismo: que el allanado es “Miembro de la Dirección Nacional del ELN, y Comandante del Frente Norte de esa organización”. Evelio, quien abrió la puerta a dos mujeres disfrazadas de enfermeras que tenían detrás a un piquete militar con armas de Terminator, apenas acató a llamar a su mujer, Ana Luz Pineda, con las siguientes palabras, como si la visita fuera de alguien que llega a ofrecer chontaduros o a examinar un electrodoméstico para reparación: “! Ana Luz, que vienen a hacer un allanamiento!”.
La perrita Nieves -mascota de la pareja-, con el lomo erizado de la rabia, no dejó de ladrarles y tirarles tarascazos a cuantos cumplieron ese aparatoso procedimiento digno de una celebridad de la delincuencia. Nieves tiene doce años, y fue salvada de la calle por el matrimonio hace diez. Su pelambre es gris, herencia de algún abuelo snauser irresponsable. Cuando iban a llevarse a Evelio, el animal lo agarró de la manga del pantalón para impedir que se consumara la diligencia. Su dueño, entonces, la levantó diciéndole que él no se demoraba, fundiéndose ambos en un abrazo que conmovió a todos los presentes. La funcionaria del CTI alcanzó a decirle a Ana Luz que un hombre así no podía ser sino bueno. Y arrancaron con su preso.
No comparto esa opinión, pues para ser cariñoso con las mascotas no se necesita ser buena gente. De hecho sobran los perversos que son un amor con ellas y detestan al género humano, lo que no es el caso de Evelio. Lo ocurrido en esa despedida patética entre la pequeña bestia y el ciudadano que cumplirá el 15 de julio 69 años, fue una prueba contundente de la inocencia de éste, la cual deberá tomarse en cuenta a la hora del juicio. En efecto, si Evelio lleva, según el expediente, “quince años comandando en Paraguachón, la Sierra Nevada, El Perijá, y El Catatumbo, a docenas de guerrilleros elenos con los que ha sembrado el terror”, ¿será que por allá rompía los cercos militares y dejaba acéfalos a sus hombres para volarse a cada rato hacia Cali, a consentir a Nieves, no fuera que ésta se olvidara de moverle la cola y de pararse en las patas para lamerle la cara? Yo tengo también mi perra, y sé que éstas se vuelven dignísimas con sus dueños cuando les resultan demasiado ausentistas. Los castigan con su indiferencia. Al juicio, entonces, debiera llevarse a un especialista en animales afectivos. O cursarle citación a la propia Nieves.
Pero no es apenas el instinto de la naturaleza el que concurre a absolver a Evelio. Sus vecinos, en la Ciudadela Comfandi, entre ellos un policía que vive al frente, fueron los primeros en acudir a ofrecer sus testimonios de que llevan quince años viéndolo a diario saliendo por la mañana y regresando por la noche a su casa con su maletín de médico luego de prestar sus servicios a la E.S.E Oriental de los Seguros Sociales en Cali. Y sacando, además, tiempo para atender las emergencias de salud de los del barrio, que se enfermaban tranquilos de saber que contaban, a cualquier hora, con un doctor a mano. Y si algún malicioso preguntara por qué les constaba que tan peligroso cirujano adonde dirigía sus pasos era a su consultorio del ISS, en vez de hacia Paraguachón en La Guajira, están también sus pacientes del Seguro, que han entregado, sin que se les pidiera, hojas firmadas al abogado en las que testimonian la forma misional como nuestro amigo cumplía su tarea hipocrática.
Y si quedaran dudas, aquí está la prueba reina de cuál ha sido la zona de “operaciones” del cirujano: la resolución del ISS # 900578, del 2009, “confirmando (…) que el tiempo laboral cotizado por el asegurado Evelio Loaiza Muñoz a entidades de salud del Estado, hasta el 28 de febrero de 2009, es de 1032 semanas, razón por la cual no se le concede la jubilación, pues el tiempo que debe acreditar es de 1150 semanas”.
Raro un comandante guerrillero de semejante talla, con RUT al día, pasado judicial vigente, y elevando derechos de petición ante el ISS para que le reconozcan su jubilación. Y encima de eso sobrándole el tiempo para pasársela en el Festival del bolero en Caicedonia, el de jazz y el de Bandola en Sevilla, el pueblo suyo, mío, y el de la mayoría de los lectores de “elciudadano.com”. Pueblo además en el que fundó, junto a una mano de locos, la casa de Poesía Pablo Neruda. La desazón en el municipio, entre los melómanos de todos los partidos, es absoluta. En “Casablanca” hay que mantener una silla vacía para que la ocupe el ausente cuando regrese, posiblemente pronto.
Es tan inverosímil todo lo que se le imputa a Evelio, que cuando el General de la III Brigada de Cali, Justo Eliseo Peña, lo presentó esposado ante los medios, se inventó de afán que era “El comandante del Frente Sur Occidental del ELN”, trasladándolo de un solo viajado a una región y una responsabilidad completamente ajenas a las que figuran en el expediente.
Los sevillanos tenemos la obligación de ser solidarios al respecto, pues uno de nuestros más queridos paisanos está siendo víctima de una trama que no se merece.
* Miembro del ELN entre 1969 y 1977, año éste en el que, según sus palabras, “abandoné totalmente la militancia insurgente para proyectar de otra manera mi vida personal”.
lisandroduque@hotmail.com
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