
Por: Lisandro duque Naranjo
IGNORANCIA PROPIA, O CONFIANZA en la ignorancia de los demás, demuestran quienes insisten en degradar el verbo “subvertir” apenas a sus connotaciones de lucha armada. El hecho es que ni se ruborizan ante las universidades de las que egresaron, que así sean públicas o privadas, lo que en realidad hacen, o deben hacer, es incentivar en sus educandos un conocimiento que subvierta la medianía.
El verdadero saber transgrede y provoca, pone en crisis lo obvio y revienta lo confortablemente establecido. De resto se enteca, para perjuicio de la sociedad y privilegio de intereses oscuros. Aunque hay diferencias importantes entre las universidades públicas y las privadas, no incurriré en el maniqueísmo de adjudicarles a éstas últimas la misión de formar profesionales retrógrados, y a las primeras la de graduar doctores progresistas.
De hecho, Piedad Córdoba es de
He escuchado las tales “incitaciones al terrorismo” de Piedad Córdoba en
El coraje de esta líder radica justamente en que no elude el riesgo de que le satanicen su discurso con mimetismos lexicográficos, muy exitosos entre la galería uribista. Al exponer sus ideas, ella no brinca como sobre un charco para evitar mojarse con palabras que los inquisidores han condenado al índice de lo prohibido. Ni más faltaba que por existir las Farc haya que extirpar del diccionario un término tan rico en significados.
Piedad no es el único caso. El director de cine y televisión Luis Alberto Restrepo, por narrar en su “Cartel de los Sapos” la crónica turbia de la mafia del Valle aliada con sectores corruptos del Estado y del estamento policial, debió comparecer por televisión a algo parecido a un consejo verbal de guerra en el que el general Naranjo, haciendo de fiscal, y aunque con buenos modales, le dictó cátedra sobre cómo deben ser las relaciones entre la ficción y la realidad, a efecto de no hacer la apología del delito y no dañar la imagen de las instituciones. Desenlace: que Caracol Televisión, en los siguientes capítulos, puso unos remiendos moralizantes en los que los actores del “Cartel…” le dicen al público perogrulladas tipo “el crimen no paga” o “la droga es un flagelo”, como si la dramaturgia de la obra no fuera justamente eso lo que sustentara hasta la saciedad.
Esta semana, un profesor de arte de
A la estética se le está dando trato de orden público y a la academia manejo de seguridad nacional. No demora el humor en calificarse como un atentado contra la confianza inversionista. La mentalidad ubérrima carece por completo de sutileza frente a la cultura, lo que vuelve temerario aquí ser artista, catedrático, estudiante… Toco madera.
Y ahora están en la mira las universidades públicas, como si fueran una Comuna 13. Y todo por unos encapuchados que son ocasionales —y sorpresivos— en los campus con sus pintorescas diatribas relámpago. Que además no intimidan ni poquito a los estudiantes, acostumbrados a happennings similares de toda clase de sectas. Muy digna la posición de Carlos Ossa, rector de