
Por: Lisandro Duque Naranjo
Hace una semana José Obdulio Gaviria les atribuyó intenciones golpistas a dos organizaciones nacionales —colombianas y colombianos por la paz y el polo democrático— por haber estado en caracas, cada una por su lado y en reuniones distintas, conversando con el presidente Chávez.
Formé parte del primer grupo, y me consta que nada distinto a la urgencia de paz animó la charla con el anfitrión. Y aunque ignoro el temario de éste con los del Polo, estoy seguro de que se inspiró en una causa parecida. Los golpes de Estado, entonces, aunque en escala pequeña, están más bien aquí mismo, y propiciados por gente próxima a quien expresó esa delirante especulación. Veamos:
Hará un semestre que una tutela fallada por
Hace poco, cuando se dio a conocer por el general Padilla de León el convenio que incrementa la presencia estadounidense en bases militares en Colombia —que primero fueron dos, luego subieron a cuatro y finalmente como que serán siete—, el presidente del Consejo de Estado se pronunció en el sentido de que esa decisión debía consultarse con la alta corporación. Sobre la marcha, entonces, les llegó a los magistrados una visita aparatosa, casi una invasión, de toda la cúpula del Ejecutivo y las Fuerzas Armadas, para que a través de la televisión quedara constancia de que sí se los tomaba en cuenta. Un golpe mediático.
El miércoles pasado, 86 parlamentarios citados por
La estrategia desde el Ejecutivo y el Legislativo, con la ayuda por los lados del ministerio público, parece ser la de volver rutinaria la tendencia a ponerse de ruana la Rama Judicial. Sobre todo a
Infortunadamente las Cortes se aguantan que les midan el aceite de tantas formas, taimadas unas y prepotentes otras. Mientras tanto, quienes perpetran la conspiración desde los palacios de por ahí cerca van tomando nota de hasta dónde pueden apretar, y concluyen que las posibilidades son promisorias. Que lo peor es posible.
Inquietante que los golpes de Estado por módicas cuotas formen parte del paisaje, y que la muchedumbre ya ni se pellizque por eso. El “Estado de opinión” ya empezó, pero aún no se sabe hasta dónde va a llegar. El golpe avisa.
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Posdata: Absurdos los debates que le han hecho a Hernando Gómez Serrano, atribuyéndole haber ido a Caracas a “vender